Yo no sé cual es su edad, ni su
sexo, ni de qué color tiene su piel… pero lo que sí parece comprobado es que su cuerpo está formado de entre un 55% y un
75% de agua y que para evitar desórdenes, necesita alrededor de 7 litros
diarios de agua, la mayoría de los expertos indican que una persona en
condiciones normales de salud ( normalidad equivalente a generalidad…) necesita
beber unos 6-7 vasos de agua diarios, aproximadamente 2 litros. Fuera de estos
rangos podríamos hablar de deshidratación por falta de agua o por exceso de
agua hiperidratación o intoxicación de agua. Cuando hablamos de agua, en este
caso siempre me referiré a lo que conocemos como “agua dulce”, la que habitualmente
recogemos de los lagos, embalses, ríos y humedales, aguas superficiales, que
supone solamente el 0,3% del agua dulce de todo el planeta, para el consumo
humano. Mientras que el 96% del agua dulce no congelada de la Tierra, es agua
subterránea, que evidentemente también utilizamos para el consumo. La Tierra
posee 1.386.000.000km3 de agua, de la que el 3% es agua dulce, de ese 3% sobre
un 70% se encuentra en los casquetes polares y el 30% restante es subterránea.
A pesar
de la gran importancia del agua, hasta el pasado día 28 de julio de 2010, en
que la Asamblea General de Naciones Unidas, aprobó una resolución para
reconocer el agua potable y al saneamiento básico, como un Derecho Humano
Esencial y se hizo a iniciativa de Bolivia en una activa campaña liderada por
el presidente Evo Morales, tras 15 años de debates. La ONU tomó esta decisión,
profundamente preocupada porque aproximadamente ( datos del 2010…) 884 millones
de personas, carecen de acceso al agua potable y más de 2.600 millones no
tienen acceso al saneamiento básico. Calculan que aproximadamente cada año, sí
cada año, fallecen 1,5 millones de niños menores de 5 años por enfermedades
relacionadas con el agua y la falta de saneamiento…
No es
mi intención hacer aquí, una charla
exhaustiva sobre el agua. Ya que existen millones de “fuentes” de información
sobre la que pueden profundizar tanto como deseen, sino más bien, hacer una breve
introducción a este fenómeno natural, que en los últimos meses hemos venido “sufriendo”,
en lo que ya parece un exceso para esta parte del territorio geográfico español
desde el que les escribo.
En esta
época histórica, en la que parece que hemos avanzado tanto, resulta que los
fenómenos atmosféricos, siguen escapando en buena media del control humano.
Tanto por exceso, lo que provoca innumerables daños, como por defecto, lo que también
nos provoca no menos daños. Algo tan
común, que parece tan simple, puede modificar de una manera extraordinaria
nuestros planes y nuestra forma de vivir. Es claro que necesitamos de este
elemento, como algo básico para nuestro desarrollo normal, pero no solo los humanos
tenemos esta necesidad imperiosa y diaria de agua, sino que prácticamente
cualquier forma de vida ( salvo algunos seres vivos microscópicos) necesitan de
una u otra manera su existencia para la vida. Por algo, la palabra: “agua”, es
la palabra que tiene el mayor número de traducciones posibles en cualquier
lenguaje humano. “Algo tendrá cuando la bendicen…” nos deja un dicho popular. A
lo largo de la historia de cualquier parte del planeta ha tenido todo tipo de
creencias y mitologías para tratar de explicar fenómenos relacionados con ella.
El agua
es considerada como un elemento purificador en la mayoría de las religiones. En
la mitología celta, Sulis es la diosa de las aguas termales. Según los textos
Vedas, la diosa hindú Sárasuati, representa al río mismo. Es uno de los 5
elementos básicos: el fuego, la tierra, el espacio, el aire y el agua. Tales de
Mireto, ya decía que: “… el agua es la sustancia última”.
Masaru Emoto,
doctor en medicina alternativa en la Universidad Abierta Internacional de la
India, japonés conocido por sus controvertidas afirmaciones de que las
palabras, oraciones, sonidos y pensamientos dirigidos hacia un volumen de agua,
influirían sobre la forma de los cristales de hielo, realizando cientos de
fotografía en donde, según cuenta, la apariencia estética de los cristales,
dependería de si las palabras o pensamientos, eran positivos o negativos; para
finalizar con la teoría del efecto que estas palabras o pensamientos pueden
producir en el ser humano, que tiene una composición de agua tan alta, como
hemos comentado anteriormente. Les dejo algunos enlaces, en donde pueden ver las
imágenes e incluso un “corto de vídeo” de la película ¿Y usted qué sabe? Que
aprovechó y dio máxima popularidad a estos experimentos. Como toda teoría que
se precie, tiene también una alternativa de fracaso a estas teorías de Emoto,
basadas en las notables diferencias proporcionales entre el agua tratada y no
tratada, que podrían desmontar la teoría del
japonés, no por eso, deja de ser llamativa esta composición de cristales
y levanta interesantes interrogantes sobre su alteración en nuestros
pensamientos.
Cuando,
alguno de sus planes, particulares o más o menos grupales, se vean alterados
por este líquido elemento que nos viene, como de regalo o de castigo, desde el
cielo, tal vez puedan planteárselo a partir de ahora, como algo un poco
diferente… y parece que un amplio número
de psiquiatras y psicólogos sí que se han puesto de acuerdo sobre la
importante influencia que tiene en nuestro estado de ánimo, tanto una lluvia continua,
como una sequía…. pertinaz …
Lo que parece comprobado es que
ni usted, ni yo, podemos modificar a nuestra apetencia esta circunstancia, lo
que sí que está en nuestra mano, es su interpretación y manejo, como en
cualquier situación de la Vida. De usted depende que este manejo, no altere
demasiado sus planes, ni luche contra lo que es un imposible. En este caso,
adaptarse y crear alternativas imaginativas, es una opción a tener en cuenta.