Retomo después de casi un mes sin
volver a publicar ningún nuevo artículo, mi compromiso de acercarles cada
semana una nueva propuesta. Realmente lo hago “haciendo de tripas… corazón”,
bajo el recuerdo por la ausencia terrenal de mi madre, que falleció el pasado
día 11 de febrero, y por esas cosas de la vida, coincidió con el lunes de
carnaval.
Era una
muerte anunciada, no esperada en fecha fija, pero después de un largo proceso
de enfermedad, tampoco excesivamente sorprendente, no por eso menos dolorosa.
Yo que
en otras muchas ocasiones les he acercado la vida, a modo de obituario, de
personas muy queridas para mí, pero con la lejanía que facilita en cierta
medida el recuerdo, ahora que la muerte me toca tan de lleno, las palabras se
agolpan y se entremezclan entre el llanto, los miles de recuerdos, de emociones
compartidas con esta mujer que en la mayoría de los casos me supo comprender y
absolutamente en todas las ocasiones estuvo a mi lado, quizá aún sin llegar a comprender “los porqués”,
mantuvo su cercanía, su interés y todo su amor por mí y todo cuanto me rodea.
Su
muerte me deja el vacío que lo inunda su recuerdo, su alegría, su fortaleza,
sus ganas de vivir hasta el último momento, que aún gustaba de bromear conmigo,
cuando tratando de hacer más llevadero su camino, aparcaba lo que de hondo y
doloroso tenía. Gracias a ella estoy hoy con ustedes, no solo en el más puro
sentido biológico, sino porque de ella he recogido el valor y la fortaleza para
seguir adelante, para dar otro paso más y otro más, aunque el dolor lo
dificulte.
Soy
hijo y nieto de la alegría, porque a su vez, su madre me enseñó a caminar aún
con esfuerzo, con la soledad no solo la buscada, sino la que produce un frío
interior que viene desde dentro, con independencia del clima ( otro día les
hablaré del “clima interior…”). Tengo la intuición de que gracias a estas dos
mujeres ( mi madre y mi abuela) aprendí a cantar antes de saber hablar y me
canto y me celebro cada día ( como me explicó un buen día, Facundo Cabral/Whitman). Es
por todo esto que hoy me vengo obligado a contarles que se entremezclan la
tristeza por sus ausencias y la alegría porque ya nunca me abandonarán y confío
en que se encuentren en un mundo mejor del que vivieron en esta época de su
trayectoria final y se hacía “notar” de las múltiples formas con las que la
vida a menudo nos obsequia…
Igualmente
me siento profundamente conmovido por las muchas personas que me han ido
acompañando en estos días y que, cada uno a su manera, me han hecho sentir lo
mucho que la querían, los que como yo, tuvieron el privilegio de conocerla (
las gentes nunca se encuentran porque
sí…) y lo mucho que me quieren a mi familia y a mí. No hay palabras y todas son
insuficientes para acercarles mi agradecimiento por sus gestos, su consuelo
refuerza el sentir que si seguimos aquí es para algo más que respirar…
confirman esta “especie de misión” que me he trazado, de colaborar haciendo una
vida más transitable a todos los que me permiten compartir tiempo y espacio.
Agradecimiento a cuantos sanitarios la atendieron, la cuidaron, aportando mucho
más que su trabajo y muy especialmente a las personas de la Residencia San
Gregorio, que en su última noche
hicieron que la presencia de su cuerpo ya sin vida, pasara por parecer una
noche más, dormida y a su vez, elevada hasta el infinito…
Les dejo un enlace que mi buen
amigo Luis Ravizza ( ya fallecido también) escribió cuando cumplió los 60 años y recordaba a su madre que ya había fallecido. Su visión sobre la vida y la muerte, espero que les
ayude a comprender una forma especial de sentirla.
Pienso a los 60 años en el eterno devenir de la vida!http://luisravizza.net/blog/pienso-a-los-60-anos-en-el-eterno-devenir-de-la-vida/
Un
recuerdo profundo y aún conmovido a cuantas manos se han estrechado con las
mías, sus abrazos y sus besos, en estos días y a ustedes por el tiempo dedicado
a llegar hasta el final que he querido
aportar hoy, que como nos ocurrirá a todos “la Ley de la Vida se cumplió…”
2 comentarios:
Obdulio, qué bonita entrada...si tu madre la ve desde donde sea, se sentirá orgullosa de ti... me ha emocionado realmente. A veces, tras el dolor de la pérdida, llega la calma al pensar que las personas que queremos y que se nos van, estarán en un lugar mejor, rebosantes de paz. Quizás es el consuelo que nos queda tras su marcha. De nuevo te envío un abrazo fuerte fuerte.
Muchas gracias Susana, agradezco muy en especial tus palabras.
Un Gran Abrazo
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