En el último artículo que he publicado en este blog, les he
dejado un pequeño cartel, que era un obsequio, un regalo navideño, un “vale por
abrazo gratis” y posteriormente me he dado cuenta que aunque en un principio me
pareció que era interesante…. He ido descubriendo que…. “no tanto…”, primero,
porque decía que era gratis… y no es verdad. Nadie da abrazos “gratis”, todos
los abrazos que damos a lo largo de nuestra vida, tienen como mínimo la
recompensa de la satisfacción por abrazar, por entrar en contacto directo con
otra persona (Incluso yo recomiendo
abrazarse a árboles… por ejemplo… tiene importantes ventajas y recompensas…) o
abrazar a nuestro animal de compañía, sea un gato, un perro… quizá con los
peces sea algo más… complicado. Es verdad que no pediremos nada a cambio a
nuestra “mascota”, pero es igual de cierto que recibimos, como poco, tanto como
damos, cuando abrazamos.
En otro
lado de este cartel, decía que esta promoción no es acumulativa, segundo error…
¡Por supuesto que es acumulable…!, puede acumularse por varios abrazos, más o
menos continuados, pueden acumularse junto con besos, con otro tipo de “achuchones”,
con dependencia de nuestra relación con la persona o ser al que abracemos…
He querido
utilizarlo, como excusa para acercarles la reflexión sobre la interrelación que
mantenemos con nuestro entorno,cómo es tan habitual dejarnos llevar por un
lenguaje comercial, que machacándonos por emisoras de radio, tv y cualquier
otro medio publicitario, nos hace construir mensajes que no son reflexivos,
sino mucho más emocionales… A lo largo de este período vacacional navideño
hemos sido bombardeados de una forma tan brutal, que se supera cada año. Uno
tiene la impresión de que cuanta mayor es la sensación que nos transmiten de
crisis, es mayor la agresividad de las campañas del “cómprenlo…” Todo lo que es
publicitario es susceptible de ser “sobrante”. Lo realmente importante, no
necesita de publicidad, no necesita de moneda de cambio ( y eso no significa
que sea gratuito ), lo que podemos construir con nuestra mente, con nuestras
emociones, con nuestras manos… no necesita marketing ¿De verdad podemos pensar
que cuando Dios nos envió a su Hijo, influyó en algo, el que nada más nacer
aparecieran tres Reyes de Oriente, con oro, incienso y mirra?, ¿ alguien se
preguntó qué ocurrió con tales obsequios?, ¿dónde fueron a parar…?. En
realidad, no importa… lo importante es que ofrecieron bienes tangibles,
materiales y que son “comprables” en la actualidad, esa es la idea que desde
hace siglos se nos ha querido inculcar ya desde niños…
Ni oro,
ni incienso, ni mirra… a mí me alimentan mucho más sus abrazos y poder observar
en la calle, también a desconocidos, que se abrazan, que se saludan con afecto,
con independencia de las circunstancias personales de cada uno, qué más da, si
somos un mismo Ser, si podemos reconocernos en un abrazo… Eso quisiera para
todo este año, poder abrazarles y sentirles cercanos….
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