jueves, 9 de agosto de 2012

LOS AÑOS PUEDEN SER UN GALARDÓN


           Chavela es un ejemplo de cómo los que ahora llaman “de edad avanzada”, pueden hacer todavía mucho, pueden continuar creando llegados a más de los 90 y demostrando lo que la trayectoria personal ha ido acumulando en el vagaje individual de cada uno.

          Cuando el cerebro y las fuerzas acompañan ( o al menos el cerebro) no existe impedimento o dificultad que pueda frenar lo que se lleva dentro y se quiere compartir con su entorno. Aunque Chavela puede que no sea uno de los mejores ejemplos de vida que se puedan encontrar ( bebedora empedernida hasta la exageración, pistolera y “brabucona”).Sí que me parece un buen ejemplo de sinceridad a lo largo de toda su vida, “ siempre he vivido y dicho lo que me daba la gana”, uno tiene la impresión que no siempre “ha vivido” lo que le daba la gana. Las enfermedades como su ceguera, como la poliomielitis que le obligaba a caminar con aparatos ortopédicos ( aparatos de los años 30, claro…), como el profundo y doloroso proceso de desintoxicación alcohólica, son situaciones que si no pueden con uno… lo acaban por hacer más fuerte, más humano, más cercano al sentir y dolerse de las personas.

              La enfermedad, el dolor, la muerte, son de esas circunstancias que unifican el sentir de la humanidad, a pesar de que cada persona maneja estas situaciones y las enclava en su situación personal de una manera propia, individualizada y evolucionable…

              He querido aprovechar el ejemplo de esta mujer fuerte y a su vez, con una apariencia de tanta fragilidad, tan covijada en su jorongo, tan interiorizada aunque estuviera cantando para miles de personas en directo, hacía que cada uno de los oyentes reviviera sus propias historias, su propia experiencia, sus propios amores (fueran del sexo que fueran), sus propias amarguras, que en el fondo son las amarguras y los sentimientos compartidos de uno a otro continente, de uno a otro idioma… Cuenta Chavela, que cuando estuvo actuando en el mítico Teatro Olympia de París, viéndola , su embajador, Almodóvar y la actriz francesa Jeanne Moreau, quien no sabía hablar español pero le dijo a Almodóvar: «No hace falta que me traduzcas lo que canta, porque la entiendo perfectamente».




                Es el coraje de sobrevivir para aportar algo de interés, la mentalidad de quien se presenta ante un posible trabajo con la frase: “No vengo a ver si puedo, porque puedo… vengo”, quien nos deja una profunda huella, de las cosas que no se aprenden en los libros, ahora en los blogs, sino en la calle, en la convivencia con todas las clases de personas y uno sigue siendo el mismo. Ojalá que puedan tener presentes (como me ha ocurrido a mí, a lo largo de décadas) su mensaje de vida, su consuelo y su fuerza para salir adelante…

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