jueves, 27 de diciembre de 2012

TRANSITANDO HACIA EL 2013




        En estas Navidades de 2012, quisiera hacerles llegar un poco de calor afectuoso, una invitación a disfrutar mucho más de lo que se tiene, que de lo que… “se desea” o se carece. Una invitación a la Fiesta de la Vida, a la celebración de un nuevo solsticio de invierno que podemos compartir con todos ustedes y que dará como cada año, paso a la nueva aventura del renacer de la vida con la llegada de la primavera. Les invito a sentirse, a saberse un ser vivo por algún motivo, con alguna o algunas misiones que cumplir, con un largo recorrido que les deseo sea duradero y de calidad, de la calidad humana que nos permite dejar un recuerdo hermoso a nuestro alrededor, aún mucho antes de nuestro último día por este suelo.
                No se dejen atemorizar, acobardar, por las muchas voces de desilusión, de desesperación, de los que nunca han sabido ( ni querido) valorar todo lo que tienen a su alrededor, todas las opciones, todas las posibilidades inmensas de todo tipo, que cada día se nos ofrecen alrededor y sin embargo se sienten incapaces de poder apreciarlas y valorarlas para obtener el provecho que de ellas emana. No hagan caso a tantas personas que no han acabado el día de hoy y ya desean que termine, para ver si el siguiente les es diferente, aunque ellos hagan exactamente lo mismo que el día anterior: básicamente quejarse, quejarse y culpabilizar siempre a otros de lo que ellos mismos han ido sembrando, con el tiempo, con el día a día vacío…

                Este próximo año nuevo 2013, será mejor. Siempre cada año es mejor que el anterior. No es una opinión, ni un deseo: es un hecho. No cabe otra opción y si no fuera así…, el sentido de la evolución humana no tendría sentido, no habríamos podido llegar hasta aquí, si no fuera porque el nuevo año, siempre, siempre es mejor. Por más que podamos sentirnos peor, sentir que a nuestro alrededor las cosas no van funcionando bien, que en el pasado éramos mejores, estábamos mejor… o simplemente éramos más jóvenes…



                No les deseo un Feliz Año, no les deseo aquello de que sea “Venturoso…”, sino que seamos capaces de reconocer esa mejora, esa bondad, ese saber apreciar la felicidad que esconde ( o no tan escondida…) felicidad que trae un nuevo día, una nueva semana, un año nuevo más para el recuerdo… Les deseo toneladas de atención positiva, de sentido común, de generosidad con uno mismo y por extensión con el resto de seres que compartimos ese día. Les deseo la fuerza, la alegría, el ánimo y la ilusión de hacer de cada día un Feliz Día Nuevo y ya saben… cada vez que juntamos en nuestra piel 365 días…, pues lo llamaremos ¡un Año!



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