Ahora que estamos a punto de
hacer las últimas compras, que en unas pocas horas estaremos desenvolviendo
paquetes de regalos, uno se pregunta porqué nos pasamos por alto el ”Regalo Mayor”.
Quizá por cotidiano, quizá porque algunos
días cuesta levantarse, Chicho Sánchez Ferlosio nos dejó una obra maestra: hoy
no me levanto yo “…la gente anda arrebatada y no se para a pensar, que el tener
que levantarse, se lo puede uno saltar…”. Como les decía, tan a menudo nos olvidamos de
los grandes regalos de cada día, para quedarnos expectantes ante la posibilidad
de recibir alguna “bobadita”, dicho sea con todo el cariño, de alguien que nos
tiene aprecio y dedica su imaginación, su tiempo, recorriendo tiendas y un poco
de dinero, para tratar de hacernos más felices…
Cada
nuevo amanecer, cada bocanada de aire, cada latido, cada vez que podemos
intercambiar un saludo con otra persona, es uno de los mayores regalos que
podemos obtener. Y lo obtenemos cada día… y no lo sabemos apreciar en toda su
grandeza. Cada vez que usted me sonríe por la calle, aunque no me conozca, cada
vez que me regala un abrazo, un apretón de manos, un beso. Usted está
compartiendo un obsequio, quizá no es consciente, pero es un regalo de ida y
vuelta, incluso aunque no fuera correspondido. Esos pequeños detalles de la
vida, que podemos ( y debemos) disfrutar, un escote que se abre, un pantalón
que ajusta… exactamente ahí (pequeños chispazos de luz divina) unos minutos de
placer compartido entre dos personas que, al menos en ese momento, se aman…
Es muy
posible que se pase horas pensando en qué comprar… (¡¿qué comprar…?!), para
ponerse encima cuando tiene esa cena, ese compromiso, al que pensaba asistir o
quizá este año haga por pasar “de largo…” y disimular la desgana, el desinterés,
bajo el manto de esta mal llamada “crisis”, que a menudo nos sirve para tantas
cosas….
No es baladí
el admirado “¡qué comprar!”, puesto que parece que las Navidades las hemos ido
convirtiendo en el intercambio de cosas, cuando parece que todo se podía
comprar… y ahora que tenemos dificultades económicas, parece que ya nada es
igual…
Solamente
lo barato, se compra con el dinero. Hace siglos de esta frase… y no sé si
ustedes siguen creyendo que tiene vigencia, yo sí que lo creo.
Para
los cristianos, el sentir de estos días, va un poco más allá… celebramos
“aunque cada vez con más interrogantes”
el nacimiento del que es el Hijo del Hombre y por sorprendente que parezca, a
este hecho básico en el proceso histórico de esta Fé, solo se le concede un
día: Navidad y sin embargo, a todo el proceso tortuoso, criminal, sangriento y
trágico de su muerte 33 años después, este mismo grupo de los llamados
cristianos, “cristeros”, los llamaba León Felipe, le conceden una semana de las
de 10 días o más…
Otra
prueba más de que somos mucho más emocionales que reflexivos y de que nos atrae
más lo trágico que lo festivo. Pocas cosas merecen ser más festivas que el
nacimiento de un nuevo ser…
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