viernes, 22 de octubre de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL


¿ Equilibrio entre cerebro y corazón ?
El desarrollo de la inteligencia emocional pasa por ser más consciente de uno mismo, de lo que siente y lo que piensa. Esto nos proporciona más claridad sobre lo que realmente queremos y el coaching personal nos ayuda a clarificar como lo queremos. Planteamientos que no suelen ser habituales, a menos, que ya estemos iniciados en el ejercicio de un desarrollo personal interior, mucho más profundo de lo que es habitual, o bien, que  podamos contar con un coach personal que nos ayude a mejorar en esta forma de inteligencia, en algunos casos de forma natural, como se tienen otras maneras de inteligencia que a veces escapan a los tradicionales test de inteligencia, pero en otros muchos de los casos, la inteligencia emocional se adquiere poco a poco, con ejercicios que no tienen porqué ser complicados, ejercicios muy basados en la observación tanto del exterior como de nuestro propio interior, analizando con la inteligencia qué es lo que nos sucede, lo que nos provoca, lo que excita nuestro estado de ánimo, porqué reaccionamos como reaccionamos en función de los estímulos que recibimos. Las cosas por sí mismas, no tienen ningún poder que no le hayamos concedido de antemano, a menudo por costumbre, por cultura, por estadística, somos seres que aún sin ser muy conscientes, nuestras reacciones son fruto de la estadística personal que cada uno tenemos y en el ejercicio de “acierto/error”, sabemos cómo movernos, cómo entender nuestro entorno.
En realidad las circunstancias que nos ocurren tienen el poder de modificar nuestro estado de ánimo, en función de que nos dejemos llevar por el hecho o por el contrario, que seamos capaces de controlarlo y enfocarnos en lo que tengamos que hacer, con determinación, sin permitir que esta o tal persona o situación nos distraiga el objetivo que tengamos en ese momento. Aunque pueda parecer que esto es muy complicado, en realidad no tiene porqué serlo, siempre y cuando no nos desanimemos tanto, como para no seguir intentándolo porque en algunas ocasiones no hayamos tenido la capacidad de reaccionar como quisiéramos, sino como “tenemos por costumbre”.
           

           

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