jueves, 6 de diciembre de 2007

LAS OTRAS ONG’S

No siempre es fácil reconocerlas por las calles, no se publicitan en cartelones de autopistas y entradas de las grandes ciudades, no salen casi nunca por la televisión y en raras ocasiones se les escucha en las radios o se leen en los periódicos, salvo para gritar la injusticia que ya no tiene remedio, o la que lo tiene, pero los que pueden ponerlo no lo harán.

Yo las he visto en hospitales, en residencias para la atención de los “ya acabados” y no sé porqué ( o de sobra lo sé…) siempre son mujeres. Son sombras a veces cargadas de luz, que con sólo escuchar sus pasos por los largos pasillos de un hospital iluminan por donde pisan, en especial a los que las hemos sentido tan cerca. Tienen diferentes “títulos”, unas son madres, otras son esposas, hermanas, vecinas…., pocas veces aparecen las que se llamaban “amantes”, que dejaron de serlo cuando sobrevino la desgracia, en forma de enfermedad, en forma de accidente, pero sobrepasadas por la arrogancia de las sombras sobre lo inevitable.

Siempre han sido las calladas, porque tenían ocupaciones más importantes y urgentes que la fama de los 5 minutos de plano en la tele, pero son, han sido y serán las imprescindibles, las que no pueden ser sustituidas por “las profesionales”, como el amor no lo sustituyen las “otras profesionales”. Realmente casi son una especie a extinguir, debería estar mucho más protegidas, como especies en vía de extinción.

Las he visto dar de comer a los que sólo pueden “tragar” y vestir a los desnudos de esperanzas, a veces reviviendo momentos mucho más ilusionantes, las he visto admiradas por doctores cercanos que a pesar de estar en lo más alto, nunca perdieron la mirada a los que los doctores soberbios y cargados de ego llaman pacientes. Nunca estudiaron medicina, no saben pronunciar correctamente los exabruptos impronunciables en donde se esconde los profesionales que se escudan en el lenguaje, como los reaccionarios nacionalismos se escudan en su lengua.

Pero saben mucho más de la salud que la mayoría de los funcionarios que dirigen y manejan los dineros de la sanidad. Conocen los síntomas físicos y escrutan con la naturalidad con la que respiran, los síntomas del alma de los que atienden. Para bien o para mal, han hecho de este oficio su vida, su vocación.

Nadie les hace campañas de publicidad, ni les subvencionan, ni nadie suscribe cuotas del conformismo de la conciencia, pero son tan necesarias como la sed, como el dolor que avisa, no como el dolor innecesario y constante que alarma sobre lo de sobra conocido. Y a veces uno quisiera gritar, ¡¡¡ ya está, ya sé dónde tengo mi mal, no hace falta que me lo sigas recordando a cada momento, que sigas machacando el cerebro con el mensaje…, ya lo capté…!!!

Suelen utilizar ropa cómoda, a veces hasta chándall como quien va a hacer footting o las exageradas mallas que nada ocultan, que no perdonan un gramo de celulitis. Se peinan, se maquillan de forma sencilla, pero…. ¡¡¡ Diós, para los que las esperan, son maravillosas….!!! Aunque a veces la enfermedad, la anulación de la razón haga decirles barbaridades y ellas…., agüantan, agüantan, esconden lágrimas y suspiros que trocan en toses disimuladas para callarse quíen sabe…, tal vez la blasfemia que nunca pronunciaron.

Estas son las grandes Ong silenciosas, del esfuerzo diario, sin reposo ni vacaciones hasta que llega el final, que pocas veces es un alivio, sino el principio de un problema más, del problema: ¿ Y ahora, qué ?

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